No conocíamos la iniciativa, sí otras cadenas de libros que después contaré. Almagro ha protagonizado gracias a sus bibliotecarios Antonio y Teresa un traslado cultural muy original, como es el traslado de una biblioteca, no, de dos bibliotecas, porque son dos las bibliotecas, de adultos y de niños, trasladadas. Por tres calles de Almagro han ido pasando los últimos doscientos libros simbólicos del traslado, de mano en mano, a través de la cadena humana formada por alumnos de los tres colegios de primaria de la localidad.
La verdad es que no es lo mismo hacer un evento así en cualquier localidad que hacerlo con el trasfondo de belleza de Almagro, para que los libros paseen y salten con sus historias vivas por la calle San Agustín, la misma Plaza Mayor y la calle Mayor de Carnicerías, sede y lugar de la nueva Biblioteca “Manolita Espinosa”, nombre de la escritora local quien también acudió al acto y pudo comprobar cómo corrían sus propios libros, (sé que también los míos), y otros igual de representativos, sin pies pero con alas infantiles.
Los pequeños se entusiasmaron combatiendo el frío de la mañana; han dado fe del verdadero peso que tienen los libros, en todos los sentidos. Varios han sido, a lo largo de la historia, los lugares de la Biblioteca donde se han ido instalando los libros en Almagro, con o sin cadenas de transporte, pero siempre muy humanas, porque no nos imaginamos un traslado así sin que intervenga la fuerza y la humanidad. Esperemos que los libros se muevan por las estanterías y entre los dedos y domicilios de los socios lectores.
Y hablando de otras cadenas igual de originales, citar la Cadena de Libros catalana ideada por Pau y Álex, dos jóvenes aficionados a la lectura, hace un año que están en Internet, pretenden que dejemos libros en lugares concretos de la geografía, informando en la página web o en Facebook, una especie de bookcrossing muy particular.
Otra cadena divertida y trabajosa, pues necesitó repetirla cinco veces para conseguirla y siete horas de trabajo, fue la cadena formada en la Biblioteca de Seattle con efecto dominó de más de dos mil libros subiendo y cayendo dentro de la biblioteca como fichas de juego. Y es que hay cadenas muy originales que tienen al libro como protagonista: Un encadenamiento de libros y lectores sobre lugares, géneros y autores a través de un blog. Otras cadenas del libro son tristemente necesarias, como las que hacen muchos estudiantes en mercadillos no autorizados o top manta en Madrid, al acercarse cada nuevo curso para vender los viejos libros de texto y poder comprar los nuevos, también usados.
Pero hay cadenas en torno al libro que se deshacen, como la que une a quien lo elabora y le ayuda: Autor, ilustrador, editor, distribuidor, librero y lector. Parece que la cadena se rompe con las nuevas tecnologías y se pasa directamente del autor al lector, sin cadenas que aten. Los tiempos cambian y las cadenas se hacen y deshacen escribiendo la historia como la Biblioteca de Almagro. Hay cadenas de libros que nos hacen libres.