Los adjetivos de Miguel Fisac

Muchos adjetivos se ha ganado a lo largo de su prolongada vida este arquitecto manchego, considerado como el más importante y mejor arquitecto español del siglo XX. Ha respondido por otros adjetivos que se ha ido ganando, acerca de su manera de ser o de cómo encarar las situaciones, es decir por su fama de hombre malhumorado, aunque otro adjetivo suyo es que en el fondo fue un blando. También sobre su manera tan especial de ser creyente, estuvo durante 19 años intentando abandonar el Opus Dei y tras admitirse coacciones, él mismo en una entrevista se definió como creyente, pero no lo suficientemente creyente como para encajar la vejez, otro adjetivo que le define es que es un gran crítico en todos los ámbitos, llegando incluso a la gran autocrítica, en fin, adjetivos que han adornado su manera de obrar y de vivir.

Hace unos días tan solo que la periodista Ana Victoria López Menchero ha podido cumplir un sueño, una promesa dada al artista, tras visitar a don Miguel, le prometió que escribiría un libro sobre su figura, la obra ha pasado por el mecenazgo de redes sociales, beneficiándose una veintena de lectores, ellos han conseguido que su nombre esté en las páginas del libro, o se les ha enviado un ejemplar en primicia, incluso un lápiz de memoria con audios del arquitecto y hasta una copia del manuscrito del libro con correcciones de la editorial, así se ha conseguido que la obra prometida haya sido una realidad.

El título se define con el nombre del autor más un adjetivo, y es éste adjetivo el que vamos a comentar, viene en interrogantes: ¿Desconocido? Habrá quien piense que de desconocido Miguel Fisac no tiene nada. Y tendrá razón, a juzgar por la vida social que él mismo llevaba, lo que en palabras de la autora hubiera sido la prensa rosa de la época, la familia del arquitecto acostumbraba a aparecer en diarios como el Abc, en páginas donde se reseñaban los cumpleaños, las fiestas de Navidad, etc., es decir, tenemos ante nosotros a un Fisac, no sabemos si de la prensa rosa, pero sí un hombre mediático.

Y si por desconocido se entiende también falto de reconocimiento o ignorado, es posible que a la Fundación Fisac y la misma autora que llevó el departamento de comunicación durante años, antes de la crisis, ahora ven cómo el legado de Fisac está, si no sumido en el olvido, sí acumulado en dos habitaciones del Colegio de Arquitectos, es por lo que la autora se desvive en la presentación de su obra a lanzar un llamamiento vivo, justo, reivindicativo, con voz clara y alta para declarar que es necesario hacer algo por él y por nuestros artistas.

Otros adjetivos y palabras le definen según la última de sus entrevistas: de izquierdas, de derechas, anarquista (así se definía él mismo), adinerado, famoso, generoso, genial, coaccionado, poeta, amistoso, enamorado, decepcionado por el mundo del dinero y del poder. Su obra está repartida en distintos lugares, pero le falta un lugar donde se pueda ganar más adjetivos reales y auténticos para las nuevas generaciones. Enhorabuena, Ana Victoria López.

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