Hay un poeta de variado origen, nació en el centro de todos ellos, centro del mundo, en Ambato (Ecuador), flor y fruta del universo, jardín ecuatoriano, Iván Oñate. Otros orígenes vitales ha buscado el poeta en su universo, ofreciendo la palabra como profesor de universidad: Argentina, Salamanca, Barcelona…, lugares que serán orquídeas urbanas, le harán filosofar, porque también la poesía es fuerza y filosofía.
No se nos olvide la anécdota, su origen y nombre familiar, Oñate, origen vasco, piedra patronímica e hispana que le acompaña e identifica en este valle triste de buscar fronteras, cuando se es, nada más, nada menos ciudadano del mundo. En el poema “La frontera” nos dice: “¿Por qué vine a dar acá?/ Tal vez/ para aceptar/ que lo único de lo que se puede huir/ es de lo amado.”
Autor de una docena de obras, la mayor parte de poesía, han sido traducidas a siete principales idiomas. De ella nos llega “El ángel ajeno”, al entrar en sus versos nos recuerda a los ángeles de Rafael Alberti, a los ángeles de Antonio (Ángel) Gala, no en vano ambos tienen nombres de arcángel y los llevan a sus versos como marca celestial de alter ego.
Del libro dirá el poeta Rafael Soler que no es un libro, es un “artefacto lírico”, el escondite de un “ángel perfecto”.
Pues allá que vamos a buscar en sus versos, y vemos que el ángel sobrevive desde 1983, en que se hizo su primera edición, la segunda en 2018, en la primera, desde el momento en que busca un diente caído, como los ángeles, pero en esta ocasión es al morder un corazón amado en un sueño. Bellas imágenes como ésta nos dará el “ángel”. En la portada, Elizabeth Taylor y James Dean ruedan la película “Gigante”, película que James Dean no viera estrenar, al fallecer en accidente. A Iván este personaje cinematográfico le marca e introduce unos versos en la obra, Iván es ese muchacho angelical y terrenal si se hubiera escuchado a sí mismo en su momento.
“El ángel ajeno” le acompaña, es un ángel de la guarda infantil y juvenil, pero crece, y le lleva a otros momentos duros de la vida, le enseña la senda tras haberla vivido, y ya es inútil.
Destacar que en Salamanca lo han nombrado este mes “Huésped Distinguido” como gran “exponente literario de Ecuador”, en el Encuentro Iberoamericano de Poesía. Y allí dejó unos versos dedicados a San Juan de la Cruz del libro digital “Llama de amor viva”: “Hermano Juan, hermano mío: No importa/ si el amor ha de ser/ una tormenta// Una tormenta/que desbarata al cosmos/ mientras todos duermen// No importa/ si de cuando en cuando/ de centuria en centuria y/ de milenio en milenio/ Sus relámpagos/ iluminan nuestro corazón// Y hace/ que tiemblen de alegría/ nuestros párpados dormidos//.
Y “el ángel ajeno” firmó como otro Oñate, yo sé que único.