En la primera serie de artículos “Una de monstruos, gigantes y fantasmas”, traigo estas tortas “monstruosas” en sabor, estos dulces que tienen su origen en unas monjas franciscanas de Toledo, quienes tras despedirse de la localidad en la que agasajaban y vendían a sus vecinos y foráneos las dulces tortas, o sea, Alcázar de san Juan, se desprendieron también de la receta a modo de regalo para sus golosos convecinos.
Pero no son tortas que den miedo, antes lo quitan, según la tradición las dulces tortas a quitar miedos vienen. Y es que se tiene la costumbre en algunas comarcas de regalar a la futura parturienta estas tortas para bien de su abnegada labor de maternidad y gran futuro del infante.
Miedo, preocupación, esfuerzo y abnegación hay mucha, parir no es siempre fácil aunque ahora se cuente con epidurales y yogas, con respiraciones rítmicas y ayuda de terapia del papá, siempre presente en la mayor parte del proceso, incluso en el cuidado y baja maternal y paternal. Pero por mucha ayuda que se tenga, por una ayuda gigante que se tenga, parir es todo un reto, es un ejercicio gigante para cada mujer que al hospital o a la clínica llega.
Hay que empujar con fuerza monstruosa si quieres alumbrar con alegría, para luego poder hablar de que fue un buen parto, de los de una hora corta con dolores, buscando ese futuro para tu recién nacido que algún día, desde el primer minuto, y que quizá en poco tiempo, sin más tardar nos comerá también tortas de Alcázar.
Esta gran tradición pastelera, venida según algunos de Santa Clara, no en vano fueron tortas que enamoraron a la reina Isabel II en 1854, considerándose un regalo monstruoso de reyes. Igualmente en la inauguración de la línea de tren Madrid-Alicante fueron protagonistas. Sus huevos, harina, azúcar, ralladura de limón y una pizca de sal fue la receta que a veces circula casi como fantasma dulce y simpático por las calles de Alcázar. Hay que tener también la osadía monstruosa de hornearlas en papel sulfurizado. Si el origen está en las monjas clarisas o franciscanas, o en ambas, no daremos mucha importancia, pues ya llevan muchos más años que los miguelitos aromatizando los postres manchegos a lo grande.
Son un postre gigante que ya podemos encontrar en distintas páginas web de Internet como en “La cocina de Rebeca”, ella nos dará su gran receta, a la que le añade un poco de maicena y azúcar glasé para el glaseado. Ánimo, si hay una embarazada cerca, las tortas de Alcázar tienen predilección exagerada por ellas, o viceversa, no les quitemos el deseo, el antojo de parir a gusto y con toda la fuerza necesaria para traer a un niño sano y grande en potencia al mundo, aprovechando que ahora hay poca natalidad y que los miedos, grandes y extraños, se apoderan de nosotros en cada canastilla.