A pesar de que el adjetivo héroe en los últimos años en nuestra sociedad ha pasado de ser masculino a tomar preferentemente la forma femenina, es decir el de una heroica heroína, por destacar el papel de la mujer en los ámbitos sociales y laborales, no olvidemos que en muchas ocasiones el hombre, el padre de cualquier familia, ya sea nuclear o de otro tipo, que ahora hay muchos tipos de familias con distinto nombre…, el padre, decía, ocupa también preferentemente un lugar idílico para el niño o la niña. Dejando al margen los estudios freudianos de enamoramiento y acercamiento de los niños y niñas en sus primeras edades hacia el progenitor de diferente sexo, esto es la niña atraída más por su padre y el niño que enaltece y es todo amor hacia su madre, digamos que los pequeños necesitan tanto a su madre como a su padre, y ninguno de ellos debe interferir en una buena relación paterno-filial.
Hoy “Día del Padre” recuerdo la jornada de marzo a él dedicada con nostalgia tanto de mi niñez como de la niñez de mis propios hijos. Son días que se pasan volando, como la misma vida y en ellos hay muy buenos recuerdos y alegrías. Casualmente he visitado hace unos días, (horas), varios coles de bebés y niños de pocos años. Entre los educadores del centro, y los mismos niños habían preparado una manualidad de regalo, un encantador astronauta subido en un cohete espacial. El padre de cada niño era ese astronauta subido como por arte de magia al cohete en forma de foto o dibujo, artilugio convertido en un práctico llavero. Contemplándolo, he pensado que nadie tiene derecho a quitar esas heroicidades a ningún niño o niña, en ninguna edad; es decir, desterrar la idea de que el padre siempre pueda ser un auténtico héroe.
El tiempo nos lleva a pensar que, a su manera, todos los padres y, por supuesto, madres intentan héroes de la vida para sus vástagos, sobre todo en las primeras edades tan significativas. Desean ser auténticos héroes en la vida del pequeño. Ocurre que unas veces pueden mantener ese adjetivo durante años o bien desmerecerlo, cuando tristemente por desgaste social, familiar, de pareja, o cuando la adversidad y los problemas hacen caer los mitos del pedestal, ese alto lugar donde los pequeños suben a sus progenitores y luego los bajan más pronto que tarde por culpa de los vaivenes de la madurez o del ciclo vital.
Los niños necesitan las dos figuras como referentes y modelos para su vida emocional y afectiva. Perdonemos lo perdonable y celebremos con todas las ganas la ternura y cuidados del padre. Hoy me gustaría observar a algún bebé o niño, antes citado, cómo hace entrega de su cohete-llavero, cómo se convierten padre e hijo en astronautas y despegan adentrándose en un mundo de fantasía y realidad paterno-filial. Buen acoplamiento en el espacio y feliz “Día del Padre”.