Decían de los premios dados, recientemente, a dos casi centenarias mujeres poetas que a buenas horas les llegaba el honor y los miles de euros. Si son premios a toda una vida dedicada al trabajo literario y realizado con éxito, bienvenidos sean, sobre todo cuando aún se dedican a difundir la poesía en los teatros, y la recitan y leen como hemos tenido ocasión de comprobar en la Semana de Poesía de Almagro de este año, con Paca Aguirre.
La Aguirre octogenaria lee con calma en el escenario. Lo hace con asiento, en ambos sentidos de la palabra, y ésta fluye en el silencio que deja la noche y el aplauso. Francisca Aguirre habla, más que lee o recita, y llega con su voz tan tranquila hasta más arriba del poema y título de libro “Los trescientos escalones” que le dedica a su padre, el pintor Lorenzo Aguirre, a quien acompañó en su exilio a Francia. “Papá, perdimos tantas cosas/ además de la infancia y los trescientos escalones que tú pintaste/ nunca he sabido si para decirnos que había que subirlos o bajarlos/”. Pues parece que ha sido para subirlos, para subirla a lo alto de la cima de la poesía, porque le ha llegado el nombramiento y Premio Nacional de las Letras 2018.
La Vitale vitalista, todavía se queda hasta altas horas de la noche escribiendo, como hacen muchos escritores, corrigiendo sus escritos. La nonagenaria Ida y sus 95 años han tenido, al igual que Paca Aguirre, en parte una vida de exilio, en su caso desde Uruguay a México, a Estados Unidos, incluso a España, y en todos esos lugares se ha ido llevando sus libros y poemas: “Andábamos entre libros, algo que inquietaba a los militares”. Cómo no hacerlo si comenzó a publicar con sólo 14 años y ha alcanzado una cifra que roza los 40 títulos entre poesía, traducciones y ensayos, ¿cómo evitar ese ambiente culto de casa de revistas, libros y periódicos? Además, la vitalidad de su nombre la acompaña, y la poeta Ida está de racha, en tres días le entregan el Premio Feria del Libro de Guadalajara (FIL), en Jalisco (México), unido ahora al Premio Miguel de Cervantes en Lengua Castellana. En el año 1984 nos decía: “De la memoria sólo sube / un vago polvo y un perfume. / ¿Acaso sea la poesía? /”.
Al ser entrevistada hace dos días por el diario ABC, Ida ha reconocido que nunca hubiera imaginado que sus 95 años le iban a llegar tan cargados. En la misma entrevista se muestra deseosa de venir a España a recoger su Premio, si es que vive, nos dice, e insiste, porque “el Premio no me da la inmunidad”, aunque escuchando hablar y leyendo tanto a Ida Vitale como a Paca Aguirre, grandes poetas de la lengua castellana, se nos ocurre pensar que tienen toda la energía por delante para disfrutarlos. Y sus ochenta o noventa años no son nada para impedirlo. ¡Qué hermosura!, que diría mi abuela.