No, no es fácil la guasa que surge entre los miembros de un grupo, de cualquier grupo, ya sea familiar, de trabajo, de ocio, cultural, deportivo, incluso educativo.
La guasa, la diversión, la risa podrían ser muy divertidas en cualquier soporte, un libro, una película, escuchar una conversación cercana, pero enseguida aparece lo políticamente incorrecto, la risa contagiosa se convierte en risa irónica, en risa irrespetuosa que no siempre se advierte que moleste, que no siempre se corresponde con la risa defensiva.
El buen humor del guaseo se traslada a las pantallas en todas las edades, en los niños, en los adolescentes, en los adultos, en los grupos de trabajo, en los de ocio con sus chistes, sus memes, sus videos, hasta aparecen mini-novelas fatalmente rodadas que buscan ser virales aún en idiomas lejanos e ininteligibles.
Pero una vez que lo gracioso se instala entre nosotros, llega también la confianza del que se sitúa tras la pantalla del teléfono móvil. A mí me parece que somos más valientes de responder en una aplicación del móvil que hacerlo ante la presencia de un amigo, familiar o compañero. Es como si nos dieran cuerda para escribir un millón de palabras con la facilidad de un escritor cualquiera que tenga bien cogida la velocidad del teclado y exagere los movimientos de sus dedos como si con eso consiguiera mayor velocidad aún en los escritos, incluso mayor creatividad.
El guaseo, como acto de comunicación en el teclado, es muy aceptable hasta cuando la persona trata de hablar en plan de broma, pero en algunos medios nos estamos acostumbrando a guasear con mala guasa, no pensando en ser precisamente muy ingeniosos, sino en defender verdades a veces muy personales que nos llevan de lo gracioso a lo más mórbido e inaceptable.
Hay quien se aprovecha de estas nuevas tecnologías para tirar y vomitar tinta en la micro-pantalla. Definitivamente, no podemos estar de acuerdo con todo lo que se opina, pero empieza a ser muy peligroso que las personas sustituyan el frente a frente comunicativo por utilizar las redes sociales que nos enganchan a cada rato, eso aunque no lleven ni una pizca de razón en lo que dicen, es decir que se discuta como dijo aquel cocinero, con o sin fundamento.
Bien está que vengan formatos nuevos que nos hagan la vida más fácil, los robots hace ya décadas que conviven con nosotros y también se ríen, incluso son graciosos. Bien está que la humanidad sea más humana, valga la redundancia, al lado de las máquinas, que ellas nos comprendan, que nos ayuden y estén al servicio de la persona y no al revés. Bien está que los mayores e incluso los niños entiendan del buen uso de esos aparatos, y que no surjan delincuentes bajo los cables y que no haya mala guasa, digo mala baba a la hora de opinar, o de hablar con alguien.
Sin embargo, hay grupos de WhatsApp que vaya, vaya…