En Mercuralia se unen poetas para reflexionar en voz alta y lanzar palabras poéticas con las que adornar un mundo que, por serias circunstancias, necesita su belleza.
Las gentes, y no digo los y las poetas, se arremolinan en torno a un micro, ya sea libre o de amplificado cumplimiento, o canal oculto que les dé protagonismo. Lanzan unas frases, a veces pueden ser versos, que expresen sentimientos, esperanzas, sueños, ficciones y cargas sensitivas, su reacción verbal ante cualquier sensación de desasosiego y por arte de magia devienen en poetas. Luego pagan con urgencia un papel de libro que queda publicado para la posteridad junto a otros miles de libros no hojeados… pero ya surge el milagro, ya han pasado al Olimpo. A veces son escuchados por algún poeta o por el mismo poeta escuchando una y otra vez sus propios ecos. Ya saben que trabajarán gratis, porque gratis han comenzado en estas artes, ya saben que su tiempo de ocio es tiempo de creatividad y no de trabajo, ya saben que no será posible ser profesional de esto si no se hacen respetar en foros en los que los poemas fluyen desordenados. Ya saben que se pueden convertir con suerte en filósofos de la vida y la palabra, y saben que será importante, o no, su visión del vivir, y que les echarán flores por su decir y su sentir plasmado en líneas de palabras.
La poesía en su día internacional, es decir hoy, anda dinámica y eso está bien, pero los escenarios se vuelven lugares no de culto sino de venta de bebidas y libros que acogen a esos pobres diablos, nos acogen. La poesía está viva, quiere salir de las páginas, pero también quiere entrar en ellas, en nuevas revistas y libros digitales, en nuevos antros. Anda nerviosa, muy nerviosa, y a los numerosos grupos de poetas los acoge. Pero los poetas de hoy, no consultan las viejas plumas, ni las normas de lo que siempre será la poesía. En la oralidad poética, será un actor el protagonista, dominará el arte de la expresión verbal con movimiento de manos y de brazos y colocará la voz más lejos que en las dos primeras líneas de butacas o la primera mesa de un pequeño antro romántico; no será necesario escribir bondades sino saber hablar, aunque luego los acentos y las faltas de ortografía destaquen en su haber y escribir. Pero, ¡cómo habla ese poeta! Siempre lejos de manejar los órdenes de la mesura expresiva de los diccionarios.
Últimamente se critica la saturación de la actividad de los que se dicen poetas, unos declaman para buscar modos de vida, otros para que sea su forma de vida, que no es lo mismo. Unos y otros se venden. Las redes sociales nos llaman y nos agrupamos en eventos y ciudades, las fotos nos muestran vivos y accesibles. Pero hay saturación, lo sabemos y lo saben.
Sí algo tienen las redes sociales es la masificación. Estoy completamente de acuerdo Nieves, andamos rodeados de seres que juegan con la palabra como a veces se juega con la vida, sin medida… Pero mi pregunta es la siguiente ¿Qué daño hacen? Expresar sentimientos es ya poesía, vivirlos es ya poesía e intentar plasmarlos no es una osadía, tal y como yo lo siento, al contrario, se necesita valor, coraje y confianza, independientemente del alcance posterior. Dejemos que el mundo respire con la palabra y elijamos las que nos identifican o nos llenan de belleza. Hay «mercado» para todo y no llevan un arma en la mano, solo un lápiz y un papel…
Abrazos poetas!!
Nada que objetar, si esto es el principio del necesario examen de conciencia. ¿Qué hacen los poetas? ¿Por qué esa complacencia en la excelencia de un Parnaso, el suyo, adonde nadie osa palpar el picaporte? La gente común huye de la poesía (así llamada) como de la peste negra (la del aburrimiento y la desconexión es letal) sin que alguien se interrogue sobre el porqué. ¿Hemos perdido acaso la confianza en el sentido innato de la belleza que anida en todo ser humano? ¿Hasta donde llega nuestra soberbia, nuestro narcisismo, nuestro elitismo sin fundamento «in re»? Yo me siento inquieto por la situación que observo, pero esperanzado porque sé, siento y percibo ese sentimiento innato de la belleza. Cualquier objeto, vision o pensamiento tiene esa cuarta dimensión que es la poesía. El problema reside en captarla y ser capaz de transmitirla. Para eso estan los poetas. Y digo poetas que no onanistas.
Post scriptum: desde aquí mi solidaridad con los poetas de verdad (los hay en Albacete), pues ellos y su poesía son los primeros perjudicados por esta cosa «a la mode» que nos inunda.