El lunes se celebraba el Día Internacional del Libro Infantil, aquel que nos da la vida de pequeños, y a algunos de mayores, que nos hace jugar, y nos lleva siempre a mundos maravillosos para transmitirnos sus mejores mensajes de palabras orales y escritas y sus ilustraciones, nunca olvidadas y siempre celebradas por los peques.
Nos nació Andersen un 2 de abril de hace 213 años y se dedicó a escribir cuentos como El patito feo, La sirenita, La reina de las nieves, La princesa y el guisante, los tres primeros cuentos los llevó Disney a la gran pantalla, aunque creo que Andersen no se dio por aludido y para él y para los niños y niñas el autor sería siempre Disney, que para eso es quien hace la versión más moderna de la historia… Personalmente, llevé a la escena en un teatro, grande por sus dimensiones, La princesa y el guisante, con una torre de colchones reales y un pequeño guisante escondido, junto con otros muchos de reserva por si se perdía entre tanto colchón el guisantito, los actores fueron unos niños y niñas de mi querido pueblo adoptivo que interpretaron a sus personajes como en la mejor y más populosa ciudad española o danesa, para eso estaba allí el Embajador de Dinamarca presenciándolo todo desde el mismo escenario. Perdonen mis viejos recuerdos con los cuentos infantiles, qué inocencia de guisantes de aquel día bajo los colchones de la princesa.
Los libros infantiles les entran a los pequeños por los ojos, también ahora lo hacen por los oídos con los nuevos formatos y por el tacto, pero siempre les entran por la imaginación.
Los libros infantiles dicen que salvan a muchas editoriales de no caer en picado en las ventas, eso para los románticos editores que aún quedan en nuestros rincones, románticas editoras que las hay, yo conozco a varias que llevan los libros infantiles por las ferias del libro a pequeños y grandes.
Una historia o un verso salta de una página y ya ha saltado al mundo, los peques necesitan que les dejen espacios para leer y reflexionar, para saltar ellos mismos con esas páginas, pero es tan difícil hacer leer ahora, las imágenes nos rodean, los pequeños mensajes se multiplican y nos quitan ese tiempo casi sagrado que podíamos dejar a los chicos y chicas para que lean.
Será necesario un día del Libro Infantil para que celebremos algo, para que hagamos algo, para que la infancia sea eso, infancia y no se la arrebaten con soluciones crueles y tonterías de adulto como las de ahora, cuando llegan a los niños a hacerles daño. La literatura infantil más clásica a veces ha dado mucho miedo al pequeño lector, pero es que la vida supera siempre la ficción, ya sea para niños, por muchos guisantes que pongamos bajo los colchones de la infancia.