Bromas y caricaturas en prensa

Será por el cercano carnaval pero la prensa escrita y digital es un medio perfecto en el que de forma fácil y rápida los periodistas-políticos pueden lanzar palabras como cuchillos y donde los políticos-periodistas pueden aportar pruebas también como cuchillos, antes que llevarlas a la justicia. Es como si en una sociedad en la que se desconfía de todos, del vecino de al lado, del compañero de enfrente, del frutero de la esquina, del familiar cercano, se desconfía de la autoridad, de la Policía, de los jueces y de la misma justicia; por el contrario, con la información difundida se apela al pueblo, al colectivo equis, al lector crítico, al ciudadano cabreado, al engañado, al decepcionado y, por supuesto, al gran público, editando y publicitando para todos, y sin fronteras, los secretos y trapos sucios, muchas veces históricos, por los que una vez callaron, para que todo el mundo opine hoy sobre el affaire más reciente e insolidario, en un momento en el que no está el horno para bollos, pues con seis millones de parados, los bollos vienen cortos.

Ante tanta trola y desfachatez por parte de unos y de otros, encontramos a periodistas, miembros de la Real Academia de la Lengua que se permiten el juego literario y lleno más que de ironía, de insolencia expresiva, de gastar bromas malévolas y pesadas a las autoridades y justificarlas después en el mismo medio con cuatro palabrejas con un quíteme de aquí esas molestas pajas. Ejercicios irónicos, datos que parecen agresivos, verdaderos y que después se califican de caricaturizados, juegos literarios humorísticos donde hasta se cambia el nombre del comentarista, picarescas mediáticas varias que para sí las quisiera todo un Lázaro del Siglo de Oro.

Esas infamias antes sólo ocurrían en carnaval y ni eso, tras el antifaz de una pequeña desvergüenza se tapaba una vergüencilla, y como mucho pasaba el novio a la casa. Ahora el suceso es gigante, la acusación ciclópea, el comentario exagerado vinculante a la prevaricación y al delito, y entre tanta palabra cierta o desmedida, aparece la cabeza de los bien pensantes, girando de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, para decir que tras el daño causado todo es falso, era broma del que se creía con razón de perjudicar a la persona que tiene orilla y que para su desgracia no es de su gremio ideológico.

Así, qué mundo y herencia, no de la monetaria sino de la seria, dejaremos a nuestros menores si los responsables del orden social, político y formal se convierten en seres irresponsables que no se respetan como civilizados y donde todo se hace por el rápido beneficio del descrédito y el dinero. Desconfianza es la palabra clave, la buscaremos en la sombra para comprobar que podemos fiarnos, porque en cada despacho público de nuestro país con más de un par de mesas deberían instalar un fiscal anticorrupción no contaminado que pudiera constatar que es imparcial e incorrupto. Y dormir tranquilos, y poder fiarnos de alguien porque la honradez y la sinceridad son utopías con disfraz y maquillaje.

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