Nuestros vecinos los franceses

Como vecinos, a veces somos molestos o nos ayudamos, o llegamos a consolar antes que los familiares, o nos enzarzamos en peleas de patio y comunidades. También los pueblos, como gran finca o país de vecinos que son, pasan por las mismas o parecidas experiencias. Los países se hacen a veces invisibles, desconocidos, como esos vecinos celosos de su intimidad y de su casa, vecinos que pese a la cercanía física, tienen costumbres muy diferentes, a pesar de que compartimos frontera o línea divisoria en el mapa como pueden ser los portugueses o los franceses.

Pero son nuestros vecinos del norte, los franceses, los que nos dan más motivos para que nos enzarcemos con ellos ya sea en un periódico, en las redes sociales, en un estadio de fútbol o en plena calle.

Y es que son nuestros vecinos del norte, vuelvo a llamarlos así haciendo referencia y homenaje al programa de Radio 3 y Radio 5, donde varias veces en semana nos acercan sus personajes, su vida, su música, sus virtudes, etc. Si echamos un vistazo al listado de temas y nombres franceses famosos que han llevado a antena, nos sonarán cuatro o cinco como Adamo, Eiffel, Edit Piaf, Brigitte Bardot y algún periodista. Vemos que son también esos desconocidos que tienen opiniones sobre nosotros ni justas ni agradables.

En momentos en los que se pone a prueba el espíritu nacional, por y para el deporte, es cuando nos salen improperios contra quien no está en nuestro grupo o equipo. Rafa Nadal se quejaba de que no le querían en París, jugar él solo contra todo un pueblo puede ser un castigo excesivo para un tenista como él que suele pedir cariño. La Roja se ha sumado un tanto contra nuestros vecinos, la otra Roja del baloncesto y la Rojita sub-19 también hacen de las suyas en distintas competiciones. Todo sea por demostrar que no hay dopaje. Lo peor es cuando cruzamos palabras despectivas como gabachos y no sabemos ni lo que les estamos diciendo. Hace poco supe que gabacho tiene su origen hace al menos cinco siglos, ya en 1530 aparecen textos donde se habla de un pueblo montañés, próximo al río Gabas o Gabe, hay otros que asocian gabacho a garganta y a bocio, pues eran personas aquejadas de bocio y tiriodismo, enfermedad por entonces considerada de montaña.

Gabachos o no, no habría razón para continuar durante tantos siglos con estos apelativos, sería como aceptar los motes y apodos de los pueblos, a veces injustos y soeces.

De todas formas, las afrentas entre pueblos no se olvidan, que pregunten en Monserrat, en Puigcerdá, en Bailén, en Valdepeñas, en El Escorial o en Aranjuez. Nos darán al menos 1808 razones para desconfiar de Napoleón y de su heredado séquito.

Si han viajado a Francia, estarán de acuerdo en que siempre sorprende para bien, es cuando te acuerdas de que somos vecinos y deberíamos mejorar relaciones o hacerlas más fraternas. Vive la France!

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