30 Nov 2013
Es uno de esos libros que al leerlo, te deja pensando, de forma ensimismada por lo fuerte que es su nivel de expresión. Cierto que los poetas al escribir poesía nos metemos o hundimos a veces en temas de fantasía e irrealidad, temas que no se corresponden con nuestra vida real o consciente y esa diferencia a veces nos lleva a no ser entendibles, por mucho esfuerzo que hagamos al escribir o al recitar y leer los poemas.
Sin embargo, desde que comienzas a leer los primeros versos de El don de la batalla ya entiendes que el dolor está hecho de verdad, dolor profundo del que descoloca y no se pasa su efecto aunque duermas mil noches: “Tal vez, por eso, ahora padecemos/ este dolor que asciende a nuestra alma/ como serpiente cruel.” Y así de cruel es el poso que se adivina, tanto que al menos María Luisa tiene derecho a sublevarse ante la gran crueldad. “Sublevémonos todos/ demos una oportunidad al vagabundo/ que toca ante la puerta de los metros. / (…) Cojamos ya las riendas de la vida.
”Estamos hablando de la obra que ganara el X Premio Nacional de Poesía “Ciega de Manzanares”, publicada por la Editorial Vitruvio y el Ayuntamiento de Manzanares, toda ella nos habla de la injusta vida que sufrimos y cómo se nos torna en una auténtica batalla por lidiar, así para María Luisa, afectada por una gran desgracia que no he de desvelar aquí y que dudé hasta la mitad de la lectura de la obra, será necesario cavar trincheras, recordar cómo antes éramos de fuertes, de marciales, contra toda persona que osara decir nada, después la poeta nos descubre algunos secretos de la vida cuando la misma vida se ve bajo el prisma de la desesperanza. Nos habla de la valentía de su soldado intrépido, quien realmente sí tuvo el don de la batalla. Pero la cobardía no anda lejos: “Me siento culpable por vivir/ Yo, que debería haberme ido/ (…) Pero aquí sigo, mientras tú resides/ en un planeta diferente”.
El tono de los versos en María Luisa Mora va in crescendo, no hay duda, es fuerte el sentimiento: “Han caído todas las estrellas/ desde su cielo azul/ y se ha apagado el corazón del mundo”. La poeta, la mujer se siente derrotada, derribada, por la mitad herida, nos dice “digo todo aquello que transcurre por mi mente y por mi corazón.” A veces cuando desespera, se convierte en francotiradora de sus propios sueños y nos lanza con su rifle cargado los poemas como estas cuarenta y cuatro piezas que a ella misma le pueden parecer toda una legión de hombres, pero ella está ahí para vencer o ser vencida, y aunque el último poema se titule “Nada que decir”, creemos que María Luisa Mora Alameda, la poeta toledana de Yepes, aún tiene mucho que decir en poesía a juzgar por su inmejorable trayectoria.