Siglo XXI. Cuatro siglos hay de diferencia entre lo que vivimos y la ficción de un teatro en la calle. Y en esos cuatro siglos, qué lentitud de faldas y de mentes, qué poco aprecio hacia la mujer como madre, como creadora, y qué acomodo para que sea la que da a luz y críe a los hijos, sea la que cuide enfermos y discapacitados, la que ordene, la que aguante, la que limpie…
Mientras en el telediario de las 9 se habla de Juana, una mujer, joven madre de la que dicen todos que ha desaparecido y que en las redes sociales se asegura que está en cada casa de quienes la apoyan en su decisión de no entregar a sus hijos al padre, como obliga una juez…
Mientras en el último pleno del Ayuntamiento de Almagro entre otros puntos del día, uno de los grupos municipales presenta una moción para instar al gobierno a aumentar los presupuestos contra la violencia de género y políticas de igualdad… Mientras en el Congreso se pactan 200 medidas para ayudar a solucionar la lacra de la violencia machista…
Mientras no dejan de aparecer cuerpos calcinados, apuñalados o en el mejor de los casos, heridos…
Mientras la vida sigue y tristemente o rabiosamente escuchamos noticias así, no podemos acostumbrarnos a esas muertes impuestas que siguen su curso sin dar tregua, recordamos que estamos en el siglo XXI, si es que eso importa, y estamos en una revolución de la mujer que ha de perder muchas vidas femeninas, pero no sólo femeninas, porque no hay que olvidar a los niños y familiares de cualquier género que también se quedan en el camino.
Mientras todo eso pasa, asistimos a una obra de teatro del 40º Festival Internacional de Teatro de Almagro con la mujer-autora como telón de fondo, y aunque sea sin telón, por estar representada en la calle nos recuerda que pocas autoras fueron en el siglo XVII las autoras reconocidas decididas a escribir sus obras de teatro.
La mujer a la que el hombre ya empieza a no necesitar emocionalmente para procrear, pero que sí utiliza sus órganos pagados para perpetuarse aparece, por dinero y circunstancias varias. Extrañas relaciones las que hombres y mujeres mantienen en la actualidad. En el futuro, sigue la lucha de poderes y de no entendimiento. Félix Lope de Vega se justifica de no haber ayudado más a su hija Marcela como escritora y haberla enviado al convento. Pobre Marcela, pobre la otra Marcela de la Mancha, ¿hasta cuándo no será un complemento del hombre que es el que hace y decide?
En mi mesa tengo un nuevo proyecto donde la mujer es protagonista, de nuevo hay que recordar su trabajo, hay que hacer justicia…
“A X por amor o Mujeres Áureas” nos llevan a reivindicar a la mujer en cualquier ambiente y en cualquier tiempo, aunque todos las veamos en el siglo XVII, no es tal, esto suma y sigue.