Felicidades a todos los castellano-manchegos por celebrar ya durante cuarenta años de historia el Día de la Comunidad. Cuarenta años de celebraciones itinerantes, de andar para aquí y para allá, de ofrecer medallas de oro a sus gentes, de hacerlas predilectas y adoptivas con los mayores honores posibles y hacerlo en sus cinco provincias y capitales, incluyendo numerosas ciudades también repetitivas, aunque repitiendo algunas en demasía y no acordándose, por aquello de tener mala memoria, de otras poblaciones, aunque siempre sea achacable a circunstancias y espacios varios.
Según datos que ya son historia, y dentro de las capitales, cuatro ocasiones se llevó la fiesta a Guadalajara, otras cuatro a Cuenca, tres a Albacete, diez a Toledo y una a Ciudad Real. Ahí está la historia, ocupando espacio y tiempo, repartiendo entre hermanas de un mapa genéticamente español lo mejor posible de este territorio que a veces nos disputamos de la mejor o de la peor manera política, pero que realmente ya es historia.
Aún recuerdo la carcajada de un amigo residente en Castilla-La Mancha, que no castellano-manchego, cuando se reía de lo no histórico de nuestra región comparada con las regiones “históricas” tradicionales y protagonistas, esas comunidades que pueden ser más importantes y privilegiadas, pero no más grandes, ni en metros ni en importancia. Si en todos esos lugares hay personas de distinto origen que conforman el núcleo de población, por qué vilipendiar a la población con lo que no es considerado “histórico” en el ámbito de un mapa político.
El presidente de las Cortes en el cuarenta aniversario de las Cortes Regionales, en abril pasado, habla de autoestima del castellano-manchego, de su autonomía como ciudadano de pleno derecho, de su bienestar, sí que es general, de su defensa de derechos, comparados con otros ciudadanos, y al margen de historias políticas en las que no quiero entrar, Castilla-La Mancha se hace un poco más histórica o al menos a su manera hace algo de historia.
Este año es Manzanares, mañana sigue lo itinerante por otras geografías de nuestra ancha Castilla-La Mancha. Los pactos y los consensos se sucederán próximamente entre instituciones, pero tras estos cuarenta años hemos llegado a una madurez joven, pero madurez comunitaria al fin. Nuestra esencia está ahí y no para burlarnos o para que nadie se burle de forma gratuita.
Historia no nos ha de faltar nunca, estando como estamos en una zona centro del país con mucha historia por disfrutar y asimilar y por supuesto historia por descubrir, comparativamente hablando con otros lugares.
Vino, migas, jotas, llanura nos definen, son los tópicos, pero también me permitirán que disfrutemos de un poco de historia cada 31 de marzo y de un poco de orgullo, esta vez sin risas que valgan, pero sí ofreciendo sonrisas de corazón ante esta tierra que nos ve crecer, que nos habla claro y que amamos con toda su historia.