En los momentos actuales tan difíciles, la sed de justicia es el asidero al que se aferran muchas personas desvalidas o no, pobres o no, perjudicadas o no por cualquier daño o proceso.
De Temis, la diosa griega de la justicia, que en épocas pasadas se representara por una espada y una balanza, se espera que hoy haga acto de presencia ante cualquier atropello; se exige que en cada vil injusticia intervenga para aliviar nuestros conflictos, cuando ya toda la empatía, asertividad, ayuda y buena educación han dejado de dar fruto, si es que las hubo en algún momento; que venga la señora Temis a redimirnos, a consolarnos, a poner las cosas en su sitio, a acusar con la punta de la espada a todo humano que ose saltarse los derechos , los derechos humanos, los que por medio de la justicia y su cumplimento, con un apretón de manos y otras buenas palabras todo quedase así solucionado.
Pero no, nunca el hombre se quedará corto en lucrarse y beneficiarse a costa de dejar bajo sus pies a los perdedores, a los desgraciados, a los que ni siquiera tienen para pagarse una buena justicia y han de acogerse a una justicia gratuita que debería ser, no sabemos si lo es, la justicia más justa, porque no ha de cambiar ni prueba, ni motivo, ni atenuante por recibir una paga más alta, ni para conseguir el truco que esconde toda ley y el acusado salga libre y beneficiado.
Hoy juez es la palabra clave y ley, siempre que al aplicarla nos haya desvíos raros, el ciudadano se alegra de que el verdadero culpable pague a la sociedad de alguna forma, aunque sea con una suma altísima de dinero, “que lo devuelvan” gritarán las voces, se refieren a los ladrones con mayúsculas, ladrones del fisco, del dinero público que es de todos, del dinero fiscal y político que ahora hace falta, dinero del lucro sin límite ni ambición. Los jueces como palabras clave tienen la clave en esta situación de crisis dentro de la crisis y que más que crisis económica es crisis social, pero ellos son también personas, con sus ideologías, con su concepto de hombre, sabemos que no son insensibles, pero lo que se les pide es que interpreten la ley de la mejor forma.
Y todos aplaudimos cuando vemos un juez objetivo, una juez con agallas enfrentada a un asunto difícil de roer, unos jueces independientes. Mientras, como mucho acudimos si es necesario a algún tribunal a escuchar una odiada o bienvenida sentencia, pagamos alguna tasa judicial, buscamos un juzgado para cualquier trámite, consultamos cualquier código, legislación o jurisprudencia y todo eso es justicia. Y entendemos que para la injusticia sólo hay un buen remedio, hacer justicia, aunque sea tarde, porque ya se sabe que hay aplicaciones muy rápidas y otras tan lentas…
Lo que todos esperamos es que sea eficaz, justa, justísima, y que sus trabajadores dispongan de la valentía y de los medios necesarios para poder cumplirla.