Ella sola libremente podría hacer justicia poética, escribiendo poemas oscuros, escribiendo novelas negras con temas totalmente injustos que se encuentra a cada paso en su trabajo de jueza, pero prefiere hacer otro tipo de justicia, una justicia poética sobre su propia vida, sobre su persona, sobre sus sentimientos.
Ha querido repartir los poemas en un abecedario, ordenado por letras. Hay amor para para todos en este poemario de Pilar Astray Chacón: Diez amores asidos a la letra a: Abalar, Accidentes, Amantes, Adicta a ti, Advocación, Alma de vendaval, Aquel viaje, Amor platónico, Aurora y Augurio. En estos poemas aparece como sacerdotisa del amor, amuleto poético, adicta al amor platónico, a las auroras violetas y a la luna inmortal.
Hay un amor asido a la letra b: Besarte. Es poema para besar y llegar a la nuca sensorial de los tiempos, en el libro “Un alfabeto para amarse” de la editorial Huerga & Fierro. Para besar con risas y navegar a toda máquina, volviendo al puerto, volviendo a la boca apasionada del origen.
Y así podríamos seguir con la letra c de caricias, de café, de conjuros como buena gallega, de contraseña y de la noche con alto y seña, como buena poeta.
Podríamos seguir repasando ese abecedario hasta conseguir completar con sus letras ordenadas los más de ochenta poemas de las páginas del libro, para encontrarse siempre en un amor escondido y proclamado, como la magia del poema Licor de guindas, como el amor del bueno que expone entre sus versos. Pilar no solo sabe escribir poemas en este libro, realmente hace magia, es ilusionista y chasca los dedos, siendo acróbata de los sentidos, de la sonrisa, es una mentalista de lo importante, de lo que realmente nos alimenta en cada relación personal, sin mal rollo, le gustan los secretos no para desvelarlos, sino para iluminar la magia. Como gallega y manchega de adopción, Pilar no podía ser menos.
Sabemos que su hija, Pilar Astray Boadicea, gran actriz lo mismo que poeta, afincada en Madrid, amante de imágenes y cámaras que a la palabra complementa, la acompaña en este descubrimiento poético y la anima a dar el salto de este su primer libro. Como madre agradecida, reconoce la ilusión y la profesionalidad de su hija, pero aquí es ella, Pilar Astray ajusticiando al amor en solitario, por supuesto con toda su mochila de vida, cargada con sus poemas alfabéticamente amorosos.
La música deambula al igual que el amor por sus páginas. Pilar piensa en el amor de las canciones, incluye poemas sobre el piano, el jazz, la danza… El mar y sus rituales se adentran en la escritura de los versos, imposible desasirse del origen. Ella ama la lluvia, los recuerdos y el espejo vital de sus dilemas. “Se hace poeta cuando se comprende que la poesía es música, / el ritmo trepidante de la vida//.” Nos faltó la h de hechicera en el abecedario, pero no importa, porque la autora nos da un auténtico concierto de hierba, gardenias y amapolas justas para la primavera de los zapatos rojos.