Entre otras cosas dicen de España que es tierra de camareros, que todo un país se ha convertido en el gran bar, más que restaurante, montado de la mejor o peor forma para el turista, también para el lugareño.
Y es que no somos nada sin esos bares. A menudo las estadísticas nacionales nos cuentan en función de los bares que nos ofrecen sus servicios. La Federación Española de Hostelería y Restauración, FEHRDATA, ha contado los bares de España y ha establecido la relación de que tocamos a casi tres bares por cada mil habitantes.
Si habitan en un pequeño pueblo pueden contar bares para ver si su localidad está por debajo o por encima de la media, podemos comprobar si estamos servidos o lo estaremos en un futuro al menos.
De momento, y según las estadísticas un pueblo de Huesca llamado Sallent de Gállego y la ciudad de León son los lugares donde más locales para este uso se presentan, en el caso del pueblo oscense más de 15 bares para sus poco más de mil habitantes, y en el caso de la ciudad leonesa, cinco bares por cada mil habitantes. Entendemos que no es tan importante el número de habitantes sino el número de turistas y visitantes que consigue llegar a esos lugares y quedarse a dormir y utilizar esos bares.
Es lógico que si se trata de un lugar turístico, la clientela no sólo se acerque por allí a ver sino a degustar gastronómicamente lo que se le ofrece y cómo se le ofrece.
He llegado a la conclusión de que si finalmente es nuestro sino convertirnos en la mesa del bar de Europa y por aquello de que ningún oficio es indigno ni se caen los anillos, entiendo que el barman o camarero debe profesionalizarse en lo que pueda.
A veces, con tal de que nos sirvan fuera de casa algún, llamémosle pequeño manjar, tomamos lo que sea en mesa sucia; eso, si tenemos la suerte de disponer cerca de un camarero que nos sirva con agrado y disposición, aunque lo cobre.
Existe la Formación Profesional de Hostelería, Turismo y Restauración, incluso se puede estudiar a distancia, tal vez esos nuevos hosteleros y camareros que saben cocinar, y mezclar un buen cóctel, o preparar la mejor de las viandas, no estaría de más para quedarse con la satisfacción de un buen servicio, que leyeran y observaran cómo debe trabajar un camarero sin dar servicio chabacano como a veces ocurre en este país visitado por millones de turistas.
Y cuando digo buen servicio, no digo que todos sepamos inglés, nosotros cuando vamos a sus países no nos lo facilitan en absoluto, pero sí ser algo más profesional en el arte, y digo arte, de servir en una mesa de un bar una simple caña con unas aceitunas. Si somos un país de camareros y hosteleros, hagámoslo bien y seamos los mejores para que el cliente vuelva a nuestro bar y repita, amén de la amabilidad y hospitalidad debida, eso no significa vendernos a lo que la masa turística nos exija en cada servicio.