Crónica de un cronista

En este septiembre, aún huraño, del ejercicio y curso que comienza, nos animamos a programar y a asistir a actividades culturales, ya sea tímidamente por miedo al COVID, que sin duda ha atacado a unas familias más que a otras, y del que hay gente que aún se sigue riendo de su existencia y contagio. Se celebran actos como el del pasado fin de semana en Almagro. Cierto que hubieran sido preferibles más homenajes en vida del protagonista, no a título póstumo, pero ahí está la promesa del gobernante de hacerlo “hijo predilecto”, y como obras son amores…, lo esperamos, también estuvo presente el libro editado en gran tamaño y contenidos, Crónicas de Almagro, con más de cien artículos de quien fuera Cronista oficial de la Ciudad, Arcadio Calvo.

Acompañado de su familia, cercana y extensa, el acto se fue desgranando a medida que los protagonistas de la obra: editores, autores, ilustrador, recopiladores, maquetadores, patrocinadores, concejales, familiares, etc., fueron presentándose, e interviniendo en dicho acto, hasta finalizar con la entrega, a su viuda Tina, del retrato del Cronista, fallecido en marzo de 2020, fecha fatídica en la que murió bastante para muchos de nosotros.

Luis Maldonado, exalcalde e hijo del anterior Cronista, Ramón Maldonado y Cocat, fue el primer interviniente, tras las palabras de presentación del acto, conducido cuidadosamente por el concejal de Cultura, Dionisio Muñoz. Luis, con gran expresividad y emotividad, nos habló de su nombramiento como Cronista, del trabajo realizado por Arcadio, su generosidad, su buen hacer y amabilidad. Utilizó la metáfora que bien se puede aplicar a todo historiador, o a cualquier creador, la del cestillo de cerezas, donde se toma una cereza, o mínima información, y sale otra unida a ella, enganchada, cereza que te lleva a otra y así sucesivamente, hasta llegar a nivel histórico, a todo un cestillo de fruta o información. Así comenzó Arcadio, investigó el apellido de su propia familia, indagando después en otras familias importantes, históricamente hablando, del antiguo Almagro.

Javier Alcaide y Eustaquio Jiménez, explicaron los detalles como copartícipes de la obra, de su labor en la edición y maquetación, de cómo decidieron un tratamiento en bloques a la hora de organizar la temática de los artículos, fruto de la investigación de Arcadio Calvo, capaz de reformar hasta el nombre de los palacios almagreños con sus investigaciones. Igualmente hubo mención para el creativo ilustrador Francisco Manuel Vargas.

Disfrutamos en el Patio del Palacio Fúcares, o Casa-Palacio de Juan Jédler, lleno en su aforo; los libros, agotados; y pese al carácter póstumo de la obra, el acto nos recuerda hacer justicia a quienes consiguen que la historia esté viva, también en su pasado reciente. En definitiva, un acto imprescindible para rememorar la labor del Cronista. Tras el buen trabajo de Arcadio, el cargo queda vacante, tres personas se me ocurren al menos que podrían ocuparlo con todo merecimiento por su labor en pro de la historia local. Pero eso dependerá de historias futuras.

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