No sé si les pasa, os pasa, que de un tiempo a esta parte estamos siendo testigos de cómo van desapareciendo por decenas, interminablemente, se van yendo y despidiendo de la vida numerosos actores, actrices, cantantes, productores, directores y profesionales del cine y del teatro. Trabajadores de la farándula que dejan huella aún cuando no todos ellos hayan sido consagrados en sus mejores papeles, ni hayan protagonizado las mejores películas u obras de teatro trascendentales para la historia del espectáculo con premios nacionales o internacionales. Y sufrimos esa orfandad de talento pero no de buenos recuerdos, sí de imagen y tablas no sólo en nuestro país sino también entre los profesionales extranjeros.
No voy a dar nombres, ya se encarga anualmente la cita de los Goya en presentarnos la triste y larga lista de actores desaparecidos con fotos aplaudidas, pero es que son tantos… que llega un momento en que pareciera que se están despidiendo adrede de nosotros como una llamada de atención al mundo de las artes escénicas, esas que siempre se dice de ellas que están en crisis y que los IVAs de la cultura les hacen guerra. Son personas que han tenido el talento suficiente para entretenernos y convivir con nosotros al tiempo que nos emocionaban y sorprendían con sus escenas, con su voz, su glamur y su presencia.
No voy a dar nombres, aunque inevitablemente ya todos nos ponemos en alguien o en muchas personas que han tenido o aún tienen su nombre en letras mayúsculas en cada cartel o programa de mano, y que en ese mismo tipo de letra han visto muchas veces aumentado su apelativo artístico en la bonanza de sus trabajos. Ellos han representado a toda una generación y te queda la impresión de que es eso, una generación la que se está perdiendo, la que se va a pasos agigantados, generación perdida pero que también ganada para el recuerdo y la nostalgia.
Claro que también hay otra gran lista de artistas que esperando están para el relevo inevitable que se ha de dar ante tanta pérdida. Reflexionando, lo que está ocurriendo en el mundo del teatro y del espectáculo no es otra cosa que el relevo generacional que se da en todos los gremios y, si queremos ahondar un poco más en todas las familias, en las fases vitales del grupo familiar.
Hablaba con un poeta amigo hace unos días, sorprendida por varias desapariciones de personajes de su ciudad, y la respuesta que me dio fue también la que explica un relevo generacional, el problema es que en ese relevo vamos nosotros subidos a la cola, pero nos sorprendemos por lo que les pasa a otros, quizá mayores pero independientemente de la edad no somos conscientes que un día el final tendrá que llegar para todos.
Por este injusto pero necesario relevo de profesión y de vida acabo de leer una entrevista de un joven actor de 24 años que se las sabe todas, no conozco su trabajo con detalle pero va disparado hacia el éxito, probablemente mis futuros nietos podrán tener un sentimiento parecido al que yo tengo cuando este chico, que tiene todo por hacer, desaparezca con nosotros también desaparecidos.