Encajes locales, europeos y comunitarios

En época de querer o no encajar soluciones en los ámbitos políticos, académicos, geográficos y hasta deportivos de la mejor manera posible, así de liada está la sociedad que nos rodea ahora, los grandes problemas se suceden con grandes dificultades, los protagonistas, personajes muy reconocidos, vienen a utilizar la palabra “encaje” para designar términos diferentes, surgiendo a un tiempo encajes territoriales, encajes europeos en plena guerra del Este con Ucrania, y en medio de todo esto surge un encaje artesanal, generalmente blanco, negro o de color crudo que tiene su antiguo origen en un variado encaje europeo.

En esta época del final del verano, en que las mujeres encajeras se dan cita en encuentros multitudinarios del encaje, convocadas por gerentes de fiestas municipales de artesanía, les llega una especie de premio, a ellas y a las pocas empresas que aún quedan para defender esos líos maravillosos de hilos, “picaos”, almohadilla, acerico y escalerilla de madera, es decir, todos los elementos necesarios para ponerse manos a la obra, nunca mejor dicho. Desde Europa les llega, nos llega, la protección de una artesanía tal como la I.P.G. o Indicación Geográfica Protegida. A falta de un paso más a dar por el Consejo Europeo, se espera que en octubre se consolide con normativa específica, no sólo para el encaje artesano, sino para proteger otras muestras importantes artesanales de toda España y Europa.

Nuestra tierra siempre ha dado muestras del mejor encaje artesano, donde los más valiosos hilos de algodón o de seda han ofrecido su arte y su mejor resultado para el ajuar o para la exportación de encajes. Pero también en Portugal, Bélgica, Rusia, Venecia, Milán, Francia, Austria, Holanda, Gran Bretaña, Malta, Galicia, Salamanca, Cataluña, Canarias y por supuesto, Almagro.

Me pareció difícil desde siempre, a pesar que nací escuchando el suave tintineo de los bolillos de madera en mis oídos, con mi abuela, destacada en la prensa de los años 60 en el Diario ABC como buena encajera, pero también mi tía, a quien le agradeceré siempre ese gran centro de encaje como regalo de boda, y mi misma madre, aunque ella se dedicara algo más a los bordados y a las tareas de cuidado de hijos y a labores domésticas.

Santiago Donoso de la Asociación Castellano Manchega de Sociología da multitud de detalles señalando a Rita Lambert como la principal semilla de la extensión del encaje en Almagro en el siglo XVII. La poeta Manolita Espinosa también escribió un libro sobre el encaje almagreño. Estamos pues de enhorabuena, que sea para bien esa protección, y ya nos irán diciendo como de protegido y protegidas quedarán encaje y encajeras, ya que hasta la fecha esa protección ha sido muy difícil para todos ellos. Por supuesto, teatro, por supuesto berenjenas, pero nunca olvidar el encaje almagreño y europeo.

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