Si hay una obra llamativa por su gigantismo formal es el poemario de César Vallejo titulado Trilce. Sus poemas los comenzó a escribir en 1918 pero será en 1922 cuando se publica, y en España, hacia 1930, con motivo de su visita.
Parece que el número tres acompaña este poemario desde su inicio: costaría tres soles, el autor escribiría tres libros más, las tres primeras páginas del libro quedarían inconclusas…, al principio el poemario se iba a titular Cráneos de bronce, pero los amigos del poeta le convencieron para que le cambiara el nombre y surgió de nuevo el tres, pues treinta soles de oro, era lo que pagaría para realizar los cambios. Y surgió Trilce.
Podría ser una palabra inventada a juzgar por tanto número tres en la historia del libro, ¿acaso no hemos jugado todos con el número tres en una obra de poesía o ficción, ya sea para adultos o niños? Trilce estaba en su derecho de inventar una palabra para el que se considera el poemario más vanguardista de los que se publicaban en la época y que ahora celebra su centenario en 2022, a la vez que toda la obra de este gran poeta peruano.
Hay quien se atreve a asegurar que Trilce estaría formada por las tres primeras letras, de nuevo el número tres embadurnando o sacando brillo a todo, de la palabra tristeza, y las tres últimas letras de la palabra dulce. Pero vienen a ser suposiciones, cuando se le pregunta al poeta por el raro título, Vallejo responde con tanto surrealismo pronunciando las primeras letras como solo sabría hacer el pintor Salvador Dalí, Federico García Lorca o Rafael Alberti a quienes conoció en España. Vallejo nos dirá que no existía una sola palabra que tenga dignidad de título. Y que sus setenta y siete poemas llenos de gran fuerza en la sintaxis y muchas más palabras inventadas salen porque se le trabó la lengua y surgió Trilce. En cualquier caso, salió una obra impregnada de dadaísmo y surrealismo donde se aprecia el modernismo y la vanguardia. Algo de futurismo indaga nuestro autor, no olvida temas clásicos como el tiempo, la muerte, lo cotidiano, el dolor, la solidaridad, el destino… Trilce está temáticamente dividido por la muerte de su madre, la de su novia y su encarcelamiento, motivos suficientes para que el poeta intentara el suicidio en varias ocasiones.
Vallejo mezcla lo cotidiano con estos temas clásicos como hace en este delicioso poema sobre los bizcochos que le hacía su madre: Tahona estuosa de aquellos mis bizcochos/ pura yema infantil innumerable, madre./ En la sala de arriba nos repartías/ de mañana, de tarde, de dual estiba,/ aquellas ricas hostias de tiempo, para/ que ahora nos sobrasen/ cascaras de relojes en flexión de las 24/ en punto parados./ Madre, y ahora! Ahora en cuál alveolo/ quedaría en qué retoño capilar,/ cierta migaja que hoy se me ata al cuello/ y no quiere pasar.//
Poema triste y dulce como una madre. Cien años Trilce.