Personas (y discapacidad)

Si lee la primera palabra de este escrito, ser lo eres, que diría un personaje humorístico de la tele hijo de José Mota, es decir persona. Es casi como pronunciar la redundancia de «persona humana» que tanto molesta a filólogos y literatos; se diría que no es posible la existencia de una persona que no sea humana, pues es algo inherente a nuestra condición de seres humanos, e incluso se podría negar la existencia de personas inhumanas. Y, sin embargo, aunque hablemos de personas jurídicas y físicas o incluso religiosas para diferenciar todos los matices, las personas inhumanas haberlas haylas y las ha habido siempre.

Acercándonos un poco a la historia de la discapacidad, constatamos que las personas con discapacidad han sido negadas, recluidas, separadas, demonizadas durante siglos, mientras que términos ya suprimidos como subnormal, retrasado o tonto campaban a sus anchas de forma peyorativa entre las «personas humanas» llenas de inhumanidad.

Afortunadamente hoy, aunque aún estemos a medio camino de la inserción social, laboral y rehabilitadora, las personas con discapacidad, que es así como deben llamarse, anteponiendo el término a su incapacidad para hacer algo, confirmando así que todos seríamos del mismo gremio pues, ¿qué persona es superiormente humana para dominar todas las capacidades y competencias de esa otra redundancia redundante como es el mundo mundial? Lo ideal de este colectivo sería poder llamarlos por su nombre y apellidos, apelando a su propia individualidad, para que ellos también respeten la nuestra, como hacen a menudo demostrándonos con su mejor humanidad que al menos tienen derecho a eso, como personas humanas que son de pleno derecho.

Para hablar de todo esto se han celebrado durante dos días en la Universidad de Castilla-La Mancha, en Ciudad Real, unas apretadas conferencias que han demostrado que las personas con discapacidad tienen derecho a la salud y a disfrutar de una mejor calidad de vida. Digo apretadas, porque se han celebrado durante la mañana y la tarde, y en una apretujada Aula Magna del campus universitario o lo que es lo mismo decir, ante más de 300 personas apretadas en sus asientos: estudiantes, profesionales de la salud e interesados en general, llegados de distintos puntos de la geografía, que respetando con profundo silencio a los conferenciantes han seguido las presentaciones y charlas con todo el respeto del mundo. Nos consta que ha habido más personas que se han quedado sin poder asistir por problemas de aforo. Todo un éxito de público organizado por la Universidad y por Csif con la colaboración especial de Laborvalía y Amhida.

Los conferenciantes, superiores también, y humanizados, aparte de expertos en su mayoría en temáticas como discapacidad psíquica y atención especializada. Y todos ellos, personas humanas.

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