En mi ciudad se ultiman las negociaciones para adquirir un viejo convento, el ayuntamiento conseguirá el bien para fines turísticos de hospedería. En mi diputación se ha caído una buena parte de la obra artística y mural del pintor Ángel Andrade, parece que será finalmente subsanable. En mi pueblo de nacimiento una orden religiosa traslada objetos de valor de una iglesia vacía a escondidas, y lo hace así, como si de verdad no fueran legales esos traslados que a nadie, o quién sabe si a mucha gente, importan.
Los bienes terrenales hacen perder relaciones y amistades, son los bienes que se reciben por herencia, por adquisición, y forman el patrimonio de una persona o institución.
En altas esferas se habla también de patrimonio: la Unesco, como Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia, y la Cultura, mantiene el lema de “Construir la paz en la mente de los hombres y de las mujeres”. Buen lema si es el hombre quien se dispone a destruir todo aquello que se le pone por delante, discutir una linde, una parte de casa, un derecho, una ventana comunitaria… La Unesco ya contactó con los gobiernos en guerra para proteger los siete enclaves principales de Ucrania, declarados Patrimonio de la Humanidad.
Pero, ¿qué es el patrimonio? Aparte de ser bienes propios que proporciona la historia, o que alguien ha ido ahorrando a lo largo de los años, haciendo que los hereden en familia en distintas generaciones, o el que ha logrado reunir una institución política o religiosa… El patrimonio es tan importante que hace que la Unesco se preocupe por los bienes culturales de la asediada Ucrania. Otros se preocuparán de las personas, incluso hasta el punto de no preocuparse de sus vidas. Hay un dicho injusto, una idea cruel pero real: moriremos un día, una obra de arte no morirá jamás si ha sido protegida. Duele esta idea cuando un patrimonio histórico o artístico necesita internacionalmente un escudo de protección que jamás tendrán los ciudadanos de ese lugar. Quizá se salven en Ucrania, la Catedral de Santa Sofía, el Monasterio de las Cuevas de Kiev o el centro de la ciudad de Leonópolis al lado de miles de personas fallecidas o en diáspora.
Si partimos de “patri” (padre) y monium (recibido) como herencia familiar, hablaremos de bienes tangibles, muebles e inmuebles, pero existen también los intangibles, culturales, naturales… Un parque natural, una pintura rupestre, la cultura de un país, son grandes patrimonios que influyen en nuestra historia. Hasta existe una Lista Roja del Patrimonio ideada por la Asociación Hispania Nostra donde se señalan los cientos de bienes desprotegidos.
Según la web de Patrimonio inteligente “todos los bienes forman parte del patrimonio cultural y son a veces indivisibles, por ejemplo un inmueble puede tener bienes muebles que deberían conservarse dentro de esos bienes”. Y lanzan esta afirmación: “Lo ideal sería mantener TODO bien de Patrimonio en su lugar de origen”. Pero no se respeta. El patrimonio cultural influye en nuestra historia como herencia cultural de un territorio.